Preferencias

Prefiero amarte como el mar ama a lo peces
dejando discurrir libre la sal por tus vías 
para ver como te deslizas y te sumerges
por el caudal rugiente de la sangre mía.

Y mirar tus ojos como cristales relucientes
de un tren que nunca tuvo anden de salida
en el que no hubiera pasajeros impacientes
por dejar atrás una lágrima en la despedida.

Prefiero que sean las horas indiferentes
como trozos de hielo en una bebida
y saborear tu alegría efervescente 
sólo con los labios, como yo querría. 

Y que fueran tus manos flores durmientes
pintadas con los colores de la luz del día 
para imitarlas con mis pobres pinceles
y dibujar tus manos, sólo con las mías.

Prefiero amarte como el mar ama a lo peces,
cuando se desangran en plata, en una ría.

 

Topacio y Arena

Extracto modificado de fotografía. Andrei Artemyeff 

 Y te agarras a esa pared
como si ya fuese tu piel de piedra
haciendo de cada veta una huella tuya,
una impronta, una mella,
con los surcos de tu historia.
 
Generas con la sombra de la mano
una estela
desbaratando el origen de la roca
recreándola con el tacto,
con la uña amarga de los dedos
en la memoria.
 
Y forjas la leyenda de un ocaso
en cada grieta
y así se hicieron los pies de cuarzo,
las manos de mármol, los ojos turquesas,
y el antiguo corazón topacio
que acabó en arena.

¡Y te agarras a esa pared,
-dices- como si ya fuese tu piel de piedra!


 

Si, desnuda.

Si, desnuda eres la imposible ofrenda
que hace al perdido mar la caracola
en salado aliento de agua reseca,
con ese sinuoso sonido tuyo de lejanías.

Si, desnuda eres el sol en los ojos
que se guardan egoístamente el alba,
entre la frontera perfecta de tu cuello distante
y las errantes hebras de tu cabellera en maraña.

Y si, desnuda quebrantas las normas
de cada esperanza, de cada atisbo de duda,
derrochas las primaveras en la piel
como si solo fueran tuyas, ¡como si solo fueran lágrimas!

Si, desnuda eres la caricia que entre los dedos se oculta,
la historia nunca escrita, la entraña desgarrada,
la utópica desdicha de un sueño eterno,
la sombra oscura de la inocencia olvidada.

Si, eres tú desnuda mi hambruna desatada
en un festín de negros lobos bajo la luna,
eres nota, eres tiempo y pentagrama
del milagro de tu música en silencio;
Y yo un solo compás en la sinfónica de tu mirada.