Ayer,
abrí una estrella con las manos del pensamiento.
Con dedos largos, como lejanías,
atraje su luz.
Con palabras verdaderas,
detuve el tiempo
para llegar a la cercanía del calor del astro esperado,
con calma,
sin inquietud.
Ayer,
abrí una estrella con las manos…
Y dentro, había un suspiro celeste del azul del cielo...
Y naranja del alba...
Y una brisa fresca de Mayo...
Y una lluvia copiosa de invierno...
Y un beso,
llegado del alma con un pensamiento guardado,
como un recuerdo de algo que nunca pasó,
pero que siempre he llevado dentro.
Ayer me encontré con tu corazón, cara a cara…
para que, en solo un momento,
latiendo con la fuerza del calor que nos da el movimiento a los dos,
se fundieran de modo lento…
de la manera que se crean las cosas eternas.
Con cautela inmensa…
luego, con conocimiento…
hasta derramarse a la pasión intensa que genera
el fuego contra fuego.
Ayer, tu corazón era una estrella lejana.
Hoy,
es mi secreto.