Hay instantes en los que uno sueña ser realidad;
Con el aroma del verdor en un arroyo,
al embeleso musical de un beso,
o desde el tono sincopado de un pájaro.
...¡Hay tanta luz en un ocaso!
Y se sueña ferviente, como si uno fuera vivo,
como si se fuera verdadero.
Ampárese uno en la suavidad de una mano,
aunque sea certeza que la caricia
no sea más que una garra con guante.
Y sin embargo,
vestimos de colores un pasado pintado
de caras alegres, sin penas;
Nos acomodamos en la hora muerta
de un presente, en el segundo en el que uno sueña,
con la promesa de seguir haciéndolo.
Pero somos tan imprecisos
que no se sabe donde la mentira acaba
y el instante justo en el que uno empieza.
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