Desde entonces,
quedaron varados los versos
- que son anclas –
junto a los besos amapolas
miles, ciertamente,
a la orilla de las penurias,
se cuaja el entendimiento en sombrías rocas
y ya no mastica palabras,
con su huella de herida abierta
y el aspecto viejo de brecha
que deja el estigma sudoroso del agua
en la bruma,
arrecian lo huesos con sopor lerdo
a las madrugadas necias
del color de las plumas del cuervo
seguidas de la liturgia del día
y de la luz, sin ojos vana,
y se concreta el pulcro silencio
en soliloquio murmullo, para nada decir,
con su muerta lengua
al transcurrir perezoso de las horas guadaña.
Desde entonces, recuerdo
que cada ola que alcanza la orilla
es solo un anuncio de ausencia.
Una sinfonía de tiempo
sin causa.
quedaron varados los versos
- que son anclas –
junto a los besos amapolas
miles, ciertamente,
a la orilla de las penurias,
se cuaja el entendimiento en sombrías rocas
y ya no mastica palabras,
con su huella de herida abierta
y el aspecto viejo de brecha
que deja el estigma sudoroso del agua
en la bruma,
arrecian lo huesos con sopor lerdo
a las madrugadas necias
del color de las plumas del cuervo
seguidas de la liturgia del día
y de la luz, sin ojos vana,
y se concreta el pulcro silencio
en soliloquio murmullo, para nada decir,
con su muerta lengua
al transcurrir perezoso de las horas guadaña.
Desde entonces, recuerdo
que cada ola que alcanza la orilla
es solo un anuncio de ausencia.
Una sinfonía de tiempo
sin causa.
Cuando se instala la añoranza,todo cambia.
ResponderEliminarUn placer leer tu poema.
Un saludo.
Una vez mas me quedo perpleja ente la belleza de tus palabras aunque tristes...
ResponderEliminarBesos,Vega Pasión.